viernes, 18 de mayo de 2007

La indefensión de los doctorandos

Cuando los investigadores que realizan la tesis doctoral (o de forma eufemística llamados también estudiantes de 3º grado) llevan varios años invertidos en su proyecto entran en lo que para mí es la etapa más dura de resistencia psicológica de toda su carrera. Si todo va sobre ruedas y la relación con su director de tesis es buena, no hay problema. Pero, en general, los primeros años de investigación sobre un proyecto son de secano, es decir pocos resultados y escasas o ninguna publicación. Además, has gastado tanto tiempo en ese proyecto que no te atreves ni a pensar en la posibilidad de empezar de nuevo en otro sitio. Sólo piensas en que los resultados empiecen a surgir como de una fuente milagrosa y puedas por fin acabar esa dichosa tesis. Tu situación se agrava si la relación con tu jefe no es fluida o si no tienes substituto. Es decir, si tu director quiere que acabes todo lo acabable porque no tiene otro becario que pueda continuar tu trabajo. En ese momento no tienes escapatoria. Sólo acabas tu tesis cuando tu jefe decide que has acabado y los resultados que has obtenido hasta entonces son del laboratorio (es decir, del jefe). Si te hartas y te vas, te vas con una mano delante y otra detrás; pero con unos cuantos años más. Tu única alternativa es seguir hasta que te dejen marchar.

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