domingo, 6 de mayo de 2007

Brasil suspende la patente de un medicamento de Merck Sharp & Dhome contra el SIDA

Sé que mi comentario a esta noticia no será popular, pero pienso sinceramente que en este asunto, como en muchos otros, se utiliza un doble lenguaje:

1.- En un primer acercamiento al problema vemos que muchos países en desarrollo tienen un problema grave en la lucha contra el SIDA por falta de recursos para tratar a toda la población afectada. Las empresas no parecen dispuestas a abaratar sus productos sin ninguna compensación, a pesar de que esta decisión puede provocar la muerte de miles de personas. Por tanto, parece lícito que un país como Brasil intente solucionar de alguna forma sus problemas acuciantes de salud, aunque esto se haga a costa de disminuir la riqueza de unas empresas con fuertes beneficios. Es la visión que tienen muchas ONGs. Por ejemplo, Intermón Oxfam ha declarado que confía en que la actitud de Brasil siente un precedente para que otros países sigan su ejemplo.

2.- Pero, el hecho es que las empresas farmacéuticas no son ONGs. Se han creado simple y llanamente para generar beneficios. No soy yo una ardiente defensora del sistema económico vigente, pero el hecho es que no existe en este momento ningún sistema alternativo. Por esta misma regla de 3 podríamos exigir que las inmobiliarias que mueven nuestro país (no sé hacia dónde) construyeran de forma gratuita y generosa decenas de hospitales en los países en vías de desarrollo. Sinceramente, podrían permitírselo perfectamente. Sin embargo, no he oído ninguna sugerencia a este respecto. ¿Por qué los accionistas de las empresas farmacéuticas han de regalar una parte sustancial de sus beneficios a la gente necesitada y las inmobiliarias no? El problema de base es que los gobiernos occidentales han decidido dejar la investigación de nuevos fármacos a las empresas privadas (no me refiero a nuestro país, sino a los que invierten de verdad en investigación). Esta investigación les cuesta a las empresas farmacéuticas cientos de millones de euros. Es decir, hay personas que facilitan su dinero no para construir rascacielos en idílicas playas sino para la investigación de nuevas medicinas. En muchos casos, tras años de estudios se demuestra que el medicamento en cuestión no es útil o tiene demasiados efectos secundarios. Una inversión, por tanto, inútil. Es como si de cada 2 rascacielos construídos sobre la arena, uno cayera por azar.

Cuando uno compra un medicamento no paga el costo de fabricación de la molécula (no muy elevado), sino los años de investigación y los carísimos estudios clínicos posteriores para asegurar la seguridad del fármaco. Si los fármacos son un asunto social: ¿por qué no invertimos los ciudadanos en su investigación? Pero, esta es una cuestión a la que me gustaría dedicar un apartado específico... Sólo quiero terminar diciendo que la India, uno de los primeros países en romper las patentes internacionales de fármacos, obtiene importantes beneficios por la venta de estas sustancias a terceros países...

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